El crecimiento de la gamificación permite aplicarse a muchas más áreas además del cliente final. La Gamificación en el entorno de trabajo no está reservada, solo, a las empresas multinacionales y grandes compañías. ¿Por qué no lo aplicamos también a las pymes?
Las pequeñas y medianas empresas de nuestro país pueden beneficiarse de estas técnicas, no sólo en la venta de producto, sino en la mejora de la productividad y bienestar laboral de sus trabajadores. Pero, ¿cómo aplicamos la gamificación de forma correcta?
- Definir los objetivos y las tareas para alcanzarlos
En primer lugar, se debe tener claramente identificado y definido el objetivo que se persigue y ver si la Gamificación nos puede ayudar a conseguirlo. No se trata de aplicar la Gamificación porque esté de moda o simplemente porque sepamos que puede ayudar al éxito de la organización, sino tener muy claro para qué queremos implantar el proceso y qué resultados esperamos de él (incrementar las ventas, dar a conocer mejor nuestro producto, generar motivación en los empleados, mejorar la formación de nuestros equipos, etc.). Estos resultados tienes que ser siempre medibles.
- Diseñar el juego
Una narrativa buena, que cree un aliciente y una motivación a los trabajadores. Esta es probablemente la clave para el éxito, y es donde la creatividad puede determinar lo implicados que los empleados estén en el juego. La narrativa tiene que entretener pero también aportar un sentido a esas tareas a realizar, relacionado con la competitividad, el reconocimiento y la superación.
- Plataforma del juego
Pueden ser incluso papel y lápiz, cartas o cualquier otro soporte capaz de cumplir los objetivos de seguimiento.
Una buena plataforma del juego, permite que tanto los jugadores como los directivos puedan llevar el seguimiento del juego y el desempeño de cada jugador. Habitualmente un software capaz de medir cada tarea realizada y representar el estado del jugador en el entorno del juego.
- Medir y analizar
Extraer los resultados y analizar las diferencias de rendimiento sobre la situación previa y posterior a la realización de la acción de gamificación. Hay que gestionar la iniciativa, monitorizar la motivación y medir la mecánica de forma continua. Sin olvidar, claro está, tomar nota del feedback que den los propios jugadores.